“Que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus temores”.

Nelson Mandela

 

Decidir es un proceso activo en el que transformamos la información en acción. Algunas decisiones son irrelevantes, otras determinantes, muchas son tomadas de manera casi automática, y otras, en cambio, piden a gritos un manual de instrucciones. Sea como sea, la realidad es que nuestra condición de seres humanos racionales nos empuja a tener que tomar decisiones continuas, y esto puede suponer un quebradero de cabeza para los más indecisos.

La toma de decisiones es un área de desarrollo interesante en el Mentoring, pues se trata de una habilidad de gran relevancia en la carrera profesional. También es frecuente que el mentee se anime a compartir con el mentor una decisión sobre la que se encuentra insegur@, y es importante que el mentor sepa cómo actuar en cualquiera de estos supuestos.

Con el objetivo de que puedas ayudar a tu mentee en la toma de decisiones, nos gustaría compartir contigo los pasos y requisitos que conlleva el proceso, expuestos por Ros Jay, en su libro Decisiones Acertadas:

Definir el objetivo

Definir bien sobre qué decidir nos permitirá acotar el cúmulo de posibilidades. Para ello debemos pensar en el tiempo que supone, las personas implicadas en la decisión, e incluso el posible coste.

 

Decidir si “decidir o no”

En ocasiones perdemos tiempo tomando decisiones que no nos corresponden. Es importante que reflexionemos sobre si tenemos una responsabilidad real sobre la decisión, o es de otra/s persona.

 

Recopilar la información necesaria para decidir

Con frecuencia ocurre que, o bien disponemos de demasiada información y no se sabe por dónde empezar, o bien, no se tiene la información necesaria y no hay posibilidad de conseguirla. Lo importante es buscar los datos que se necesitan, no los que se pueden conseguir. Para ello es útil reflexionar sobre qué necesito conocer y qué conozco. Los principales escollos que se deben salvar en la búsqueda de datos son:

  • Algunos datos no son tan fiables como
  • No dar nada por
  • No confundir las estimaciones con las cifras
  • Buscar datos

 

Consultar a las personas a las que afecte la decisión

Hay ocasiones en las que nuestras decisiones no tienen un impacto directo en otras personas. Sin embargo, cuando es necesario involucrar a otros, la dificultad crece y la decisión se complica. ¿Por qué es importante consultar a los afectados?

  • Para conocer su opinión e Todos tenemos una tendencia natural a intuir o a aventurar lo que los demás piensan. Fiarnos ciegamente de esa intuición es un error que debemos evitar a la hora de tomar decisiones que implican a terceros. La fórmula correcta sería hacerles partícipes a través de preguntas directas para conocer nuevas realidades que me hagan evaluar lo adecuado de mi decisión.
  • Para lograr que los demás se involucren y se Cuando las personas participan en la toma de decisiones, se sienten más comprometidas y el compromiso es necesario para que haya ganas, entusiasmo, dedicación y responsabilidad sobre los cambios que traerán las nuevas acciones.

Definir todas las opciones

Pensaremos en todas las alternativas realistas y acordes al objetivo que se pueden plantear. En este punto entra en juego la creatividad y originalidad de las ideas planteadas.

 

Tomar la decisión

Debemos analizar los pros y contras de cada alternativa, teniendo siempre presente el objetivo. Hay que determinar qué es lo mejor y lo peor que puede ocurrir con cada opción, valorando si las ventajas y los inconvenientes son equiparables.

 

Comunicar la decisión

Este punto no siempre es necesario, pues como ya adelantábamos antes, hay decisiones muy personales que no afectan a otras personas. Sin embargo, otras veces es necesario comunicar la decisión tomada a los afectados o a las personas a las que hemos decidido consultar. ¿Cuál es la  información más importante que hay que compartir?

  • Qué has decidido.
  • Por qué has elegido esta opción.
  • Qué va a cambiar.
  • Cuándo se producirá el cambio.