¿Qué pasa cuando alguien más joven te pide que seas su mentor@?  Y, al contrario, ¿y si eres su mentee?

Entendemos lo complicadas que pueden llegar a ser las relaciones entre diferentes generaciones dentro de un proceso de mentoring en el ámbito académico y profesional. Y, es que a veces, se pierde mucho tiempo comparando lo que cada generación puede aportar a la relación. Incluso en algunos casos, y sobre todo al inicio de la relación, cada rol se disfraza de lo que no es. Por temor. Por miedo a que salgan a la luz áreas de mejora.

En el mundo académico, los estudiantes quieren que los profesores les ayuden a entender el mundo, mientras que sus profesores están preocupados por mantenerse al día y no quedarse atrás. En el trabajo, muchos líderes emergentes sienten que sus superiores se interponen en su camino, mientras que los que ocupan puestos de responsabilidad cuestionan en privado su relevancia frente a los recién llegados más jóvenes y conocedores de la tecnología.

Pero lo que está claro es que el legado de los líderes senior sólo se asegura al ayudar a los jóvenes a alcanzar su potencial. Y la oportunidad de desarrollar su potencial como líder joven puede realizarse mucho más plenamente si hace un esfuerzo por heredar la sabiduría de sus predecesores. Nos necesitamos mutuamente para sentir que ambos importamos.

La conexión entre ambas partes sólo puede darse si se construyen puentes y hacen un esfuerzo por comprenderse.

Allá van algunos consejos para sentar las bases de una relación de mentoring en la que hay un salto generacional:

Poner a prueba nuestras suposiciones y etiquetas. Aquí juegan un papel importante nuestros sesgos inconscientes. ¡Intentemos neutralizarlos! Puede que nos sorprendamos al profundizar un poco más en la persona. Debemos asegurarnos de que nuestro criterio para juzgar un comportamiento no se basa en cuán similares o diferentes somos Apreciemos el valor de las diferencias.

Utilizar la vulnerabilidad y no solo la confianza, para generar credibilidad. Puede resultar contraproducente, pero la vulnerabilidad te hará una persona más humana, compasiva y auténtica. Hablemos abiertamente sobre lo que no sabemos, pidamos ayuda en cuestiones en las que no sentimos seguridad e incluso, reconozcamos las áreas en que necesitamos mejorar. Puede parecer arriesgado, pero fingir sólo hará que los demás sean menos propensos a confiar en ti.

Cuando personas de distintas generaciones aprenden a ser vulnerables entre sí, puede ser transformador.

Evitar la deferencia completaPor otro lado, la deferencia extrema puede crear distancia. En algunos casos, desencadena una sensación de síndrome del impostor , un miedo que tienen muchos líderes.

Encontrar un área común. Para establecer la reciprocidad, sería bueno conocer una parcela de la vida privada de la otra persona, aprovechar cualquier oportunidad para saber qué intereses hay fuera de lo profesional.

La humanidad compartida es una excelente manera de establecer un terreno común, sentando las bases para una relación sólida. También ayuda a neutralizar las diferencias jerárquicas sin ignorarlas.

Preguntar lo que necesitemos. Tan simple como suena.

Mostrar respeto por las diferencias en la experiencia, preguntando por las elecciones profesionales y cómo se han abordado para el desarrollo.

Puede parecer arriesgado y, a veces, nos puede resultar incómodo. Pero esa incomodidad es la misma que hará que la relación pase de agradable a transformadora.